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Cuándo perdimos la batalla contra Aedes aegypti

Aunque muchos crean que el mosquito Aedes aegypti siempre formó parte del paisaje urbano y suburbano de muchas ciudades de Argentina, la realidad es que hubo una época, no tan lejana, en la que se logró erradicar a estos insectos de todo el país.

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En efecto, en los 30 años comprendidos entre principios de la década de 1960 y comienzos de la de 1990, Ae. aegypti pudo ser eliminado del territorio que había infestado y que comprendía 14 provincias.

Pero el mosquito reingresó a la Argentina a fines de la década de 1980 a través de Misiones, y ya para 1995 los investigadores confirmaron que la situación de colonización volvía a ser similar a la existente antes de la década de 1960.

Cómo se logró eliminar del país al vector y por qué razones volvió y avanzó inclusive más que antes sobre el territorio argentino son cuestiones de relevancia si se tiene en cuenta que Ae. aegypti representa hoy la mayor amenaza en todos los países de las Américas
En esta oportunidad, a las constantes epidemias y brotes de dengue que se vienen multiplicando en los últimos años en la región, se suman la fiebre chikunguña y también la fiebre zika, una enfermedad emergente que, por su explosiva propagación en las Américas y por la vinculación que tendría con el nacimiento de bebés con microcefalia y con el incremento de casos de síndrome de GuillainBarré, generó hace pocos días una alerta mundial por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Con pasaje de ida y vuelta

Nada pasó por casualidad ni por generación espontánea. Qué se hizo en su momento y qué se dejó de hacer después son las claves para entender las idas y vueltas de Ae. aegyptyi en el país, según coincidieron dos expertos consultados por este diario, el investigador Walter Almirón, director del Centro de Investigaciones Entomológicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), y la vicepresidenta de la Sociedad de Epidemiología de Córdoba, la infectóloga Ílide Selene De Lisa.

Con pasaporte africano y origen en Egipto, en la década de 1930 el mosquito había colonizado varios países americanos, entre los que se contaba básicamente la región del Caribe, pero también el sur de Estados Unidos, Venezuela y el área oriental de Colombia, el este y el oeste de Brasil, Uruguay y una buena franja de Argentina (nordeste/este).
“El riesgo que en ese momento conllevaba la presencia de Ae. aegypti era la fiebre amarilla, contra la cual aún no existía la vacuna, que había causado importantes epidemias y que tenía una mortalidad de 30 a 40%”, explicó Almirón.

En ese contexto, a partir de 1947, la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) impulsó una campaña de erradicación del vector. “En Argentina, la campaña se inició en 1955, y fue vertical y muy intensiva, incluyendo fumigaciones con insecticidas fuertes, pero también la eliminación de criaderos casa por casa”, informó.

Según subrayaron Almirón y De Lisa, hubo una fuerte voluntad política que se tradujo en numerosos recursos humanos y materiales. “Había inclusive una Ley Nacional de Fiebre Amarilla, que hacía posible que se ingresara a las viviendas”, puntualizó Almirón.
De Lisa remarcó que esas acciones no se dejaron libradas a que la población las hiciera o no, como ahora, sino que eran ejecutadas por agentes sanitarios.

Como resultado del trabajo, en 1963, el Ministerio de Salud Pública consideró lograda la erradicación del mosquito, lo que fue certificado por la OPS/OMS en 1965. “A partir de ese momento, había que comenzar con la vigilancia entomológica, que era vital para evitar la reinfestación”, explicó Almirón.

Pero no fue así, y la falta de políticas de vigilancia y control de Ae. aegypti que permitieran mantener lo logrado en el país y a nivel regional trajo como consecuencia que el mosquito empezara a avanzar de nuevo sobre el territorio.

Así, en 1987, las provincias de Misiones y Formosa ya habían sido reinvadidas por Ae. aegypti, en 1991 se lo encontró en Quilmes en la provincia de Buenos Aires, y en 1995 ya estaba también de regreso en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En la provincia de Córdoba, el investigador precisó que, en marzo de 1995, el Ministerio de Salud anunció la presencia de Ae. aegypti .

En cualquier caso, por la ausencia o insuficiencia en las acciones de control, y favorecido además por el cambio climático que trajo condiciones casi tropicales, hoy Ae. aegypti coloniza al menos 17 de las 24 jurisdicciones de Argentina.

Hoy la prioridad es reducir la cantidad

De acuerdo con el entomólogo Walter Almirón, a diferencia de lo que pudo lograrse en el siglo 20, hoy ya no es posible erradicar a Ae. aegypti del país, sino sólo controlarlo.
Por varios motivos, para el director del Centro de Investigaciones Entomológicas de la Universidad Nacional de Córdoba, hoy el objetivo al que se debe apuntar es reducir el nivel de infestación del mosquito.

“Hoy lo que tenemos que hacer es mantener la población de mosquitos con índices aédicos por debajo de uno, que es el nivel necesario para que no haya transmisión viral”, puntualizó.

El índice aédico surge de los monitoreos que se realizan en las viviendas de una localidad, y marca el porcentaje de hogares en los que se hallaron larvas, es decir, criaderos del mosquito. El último monitoreo realizado en la ciudad de Córdoba en enero arrojó un índice de 16,7% de domicilios con criaderos.

“Pensar hoy en erradicar a Ae. aegypti es una utopía”, consideró Almirón. Señaló que esto se debe a los costos que insumiría hacerlo, ya que demandaría una exhaustiva labor casa por casa. Esto sería imposible dada la cantidad de población, pero en especial a causa del comportamiento de la gente, que tiene escasa percepción del riesgo que implica convivir con Ae. aegypti.

“También está el tema de que antes se usaron en las fumigaciones insecticidas muy fuertes, hoy no permitidos, que generan un daño ambiental importante, y además de que en la década de 1950 se hizo en forma conjunta en todos los países”, dijo.

No obstante, el comportamiento de la gente es a su criterio el factor clave en la lucha desigual contra el mosquito. “De poco sirve que lo haga yo y que el vecino no, o que después la recolección de la basura no se haga en forma oportuna, porque así sólo se trasladan los criaderos”, indicó.

“Lo que ocurre es que el control del Ae. aegypti requiere participación de distintos sectores, y no sólo de las áreas de salud, sino también de ambiente, educación, de los municipios y de la población”, señaló. Y advirtió que las tareas deben comenzar antes de que arranquen las lluvias.

“Voluntad política en serio, planificación, suficientes recursos humanos y materiales, coordinación con los distintos sectores y municipios, información oportuna y acciones sostenidas en el tiempo son algunos de los principales factores”, concluyó.

Fuente: REC

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